Un texto con toda una dosis de realidad y sensatez de parte de una costarricense o mejor dicho de un ciudadano mundial
ANDREA AGUILAR-CALDERÓN PERIODISTA zoe012345@hotmail.com
Tan ticos' Sin embargo, ahora, se ha puesto de moda ser tico. De repente, la bandera vale para algo más que cuando juega la Sele. Incluso, puede ocupar un lugar en la imagen de perfil del Facebook; es ya digna y mucho más importante que la foto del pasado disfraz de Halloween o la del perro de la casa. Porque “verás a tu pueblo valiente y viril”, aunque por años hayan concluido cantando el himno con “vivan siempre Saprissa y la paz”.
A mí, francamente, me da mucha verguenza vivir en un país sin ejército donde la gente se parte de risa cuando alguien imita la forma de hablar de un nicaraguense. Me parece que la xenofobia que ha caracterizado a muchos costarricenses por años es tan lamentable como los argumentos de Ortega. Tal vez no somos capaces de disparar balas (ya hice un sondeo y ninguno está dispuesto a manchar la gloria de la patria con su sangre), pero ¡diay!, como somos tan tuanis, pues reciclamos chistes de gallegos, jugamos de blancos pura sangre y, cuando queremos demostrar que no somos xenófobos, magnánimamente nos dignamos a cederles a los nicaraguenses los trabajos que no queremos hacer. Somos pura vida' ¿Respetuosos? ¿Tolerantes? ¿Pacíficos? Hipócritas, me parece a mí.
Pero, de ahí a exaltar un nacionalismo banderil, como lo han hecho ciertos medios de comunicación, formadores de opinión que han perdido la conciencia de que vivimos en un país con una xenofobia ni tan solapada, hay más que un río San Juan de diferencia. Ese pseudonacionalismo, en un país donde cantar el himno a las seis de la tarde ha sido considerado una polada por décadas, es la llama que se ocupa para que el menosprecio (o digámoslo con todas las letras O-D-I-O) entre países siga ardiendo con más fuerza.
De seguir así, pronto no será un fallido coctel molotov lo que estalle frente a la embajada de Nicaragua, sino que seremos testigos de atrocidades por parte de ambos bandos, en aras de defender un patriotismo fomentado por gobernantes corruptos, a quienes no les importa mover sus peones en el tablero con tal de alcanzar unos años más en el poder. Por supuesto, las fichas ignorantes no tendrán problema: no les da el maní para diferenciar entre unos cuantos políticos y un pueblo entero. Los que son de ese color son los “malos”.
Fuente:
http://www.nacion.com/2010-11-16/Opinion/Foro/Opinion2591382.aspx
Publicar un comentario